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perfectamente. Trabajar al tacto constituye una de mis mayores habilidades, puesto que mi vista
y mi oído son peores de lo que parecen... E incluso sus ojos se ajustarán perfectamente si tiene
que ver algo en particular. Repito: no se alarme, sobre todo por los fantasmas.
Nunca lo hubiera esperado, pero pese a mi situación (que me obligaba a mantenerme mucho más
calmado de lo que debiera), sentía una ligera excitación, muy pequeña, ante la idea de que iba a
ver alguna especie de secreta visión de Evelyn Cordew, real en Mirto sentido, o trucada por un
maestro del trucaje. Sin embargo, al mismo tiempo, y pensando más allá de mi miedo por mi
situación, sentía una aversión desapasionada hacia la forma en que Slyker reducía todos los
impulsos y deseos humanos a un ansia de poder, de la cual el sillón que me aprisionaba, la
«Línea Siegfried» de la puerta, y los archivos de fantasmas, reales o imaginarios, eran símbolos
perfectos.
Entre las preocupaciones más inmediatas, que intentaba reprimir por todos los medios a mi
alcance, lo que más me inquietaba era el que Slyker hubiera admitido ante mí la deficiencia de
sus dos sentidos más importantes. No creía que fuera un hombre capaz de hacerle esa confesión a
alguien que tuviera aún mucha vida por delante.
Los oscuros minutos fueron arrastrándose. De tanto en tanto oía el roce de historiales, pero sólo
una vez el suave golpe de un cajón cerrándose, de modo que supe que no había terminado
todavía con los arreglos previos.
Dediqué el pequeño rincón de mi mente  la pequeña porción que me había atrevido a separar de
la urgente tarea de respirar a intentar oír alguna otra cosa, pero ni siquiera pude captar el ruido
de fondo de la ciudad. Decidí que la oficina debía de ser tanto a prueba de sonidos como a
prueba de luz. Tampoco importaba demasiado, puesto que no tenía forma alguna de enviar
ninguna señal al exterior.
Entonces sonó un ruido..., un firme restallar que sólo había oído una vez antes, pero que reconocí
instantáneamente. Era el ruido que hacían los cerrojos de la puerta de la oficina al retraerse.
Había algo curioso en aquello, que necesité unos momentos para determinar: no había habido el
roce preliminar de la llave.
Por un momento, pensé que Slyker se había deslizado silenciosamente hasta la puerta, pero
entonces me di cuenta de que el roce de los historiales sobre el escritorio había seguido sonando
durante todo el tiempo.
Y el roce de los historiales seguía sonando. Supuse que Slyker no había oído la puerta. No había
exagerado respecto a su mala audición.
Hubo el débil chirriar de los goznes, una vez, dos veces  como si la puerta fuera abierta y
cerrada , y luego de nuevo el firme restallar de los cerrojos. Me desconcertó que no se
produjera un repentino destello de luz procedente del pasillo...; sin duda todas las luces estaban
desconectadas.
Después de aquello no pude oír ningún otro ruido, excepto el roce continuado de los historiales,
pese a que escuché tan atentamente como me permitía el trabajo de respirar. Era sorprendente,
pero el trabajo de respirar tan cautelosamente me ayudaba a escuchar, porque hacía que me
mantuviera inmóvil por completo si bien sin tensar ningún músculo. Sabía que había alguien en
la oficina con nosotros, y que Slyker no se había apercibido de ello. Los negros ¿instantes
parecían extenderse indefinidamente, como si un borde de la eternidad hubiera quedado prendido
en nuestro fluir temporal.
De repente hubo como un ruido sibilante, parecido al de una hoja de papel siendo agitada con
gran rapidez en el aire, y un gruñido de sorpresa de Slyker, que se transformó en un grito y luego
se cortó tan bruscamente como si su boca y nariz hubieran sido cubiertas del mismo modo que
las mías. Luego hubo el roce de unos pies y el chirriar de las ruedas de una silla, así como ruido
de lucha, no de dos personas luchando, sino de un hombre luchando contra unas ataduras de
algún tipo, un frenético y contenido jadear. Me pregunté si la pequeña silla de oficina de Slyker
habría emitido ligaduras como mi sillón, pero aquello no tenía ningún sentido.
Luego, bruscamente, hubo el silbido de una respiración, como si su nariz hubiera sido liberada,
pero no su boca. Respiraba afanosamente por la nariz. Imaginé a Slyker atado de alguna forma a
su silla y mirando ansiosamente a la oscuridad, tal como estaba haciendo yo.
Finalmente, de la oscuridad brotó una voz que yo conocía muy bien porque la había oído a
menudo en el cine y en la grabadora de Jeff Crain. Tenía el viejo y familiar tono acariciante
mezclado con la vieja y familiar risita, la ingenuidad y la astucia, la cálida simpatía y la fría
obstinación, el encanto de la universitaria y de la sibila. Era sin lugar a dudas la voz de Evelyn
Cordew.
 Oh, por el amor de Dios, deja de agitarte, Emmy. No te va a ayudar a quitarte de encima esa
película, y hace que parezcas tan ridículo... Sí, he dicho «parezcas», Emmy... Te sorprendería
saber cómo la pérdida de cinco fantasmas mejora tu agudeza visual, como si te arrancaran velos
de delante de los ojos te vuelves mucho más sensitiva, en todos los aspectos.
»Y no intentes ablandarme pretendiendo que te asfixias. Te he quitado la película de los orificios
nasales, aunque siga manteniendo cubierta tu boca. No hubiera podido soportar el oírte hablar.
La película se llama "plástico envuelvetodo"; es algo nuevo. Yo también tengo un amigo
químico, aunque no sea parisino. Me ha dicho :que el año próximo se convertirá en el material de
empaquetado número uno. Es una película delgada, más difícil de ver que el celofán, pero muy
resistente. Ni más ni menos que un plástico electrónico, positivo en una cara, negativo en la otra.
Ponlo en contacto con algo y se adhiere a todo su alrededor, se pega como ninguna Otra cosa.
Acabas de ver la demostración. Para quitarlo lo único que tienes que hacer es lanzarle algunos
electrones mediante una pila estática manual..., patente también de mi amigo..., e
inmediatamente se aparta y vuelve a quedar plano. Proporciónale unos cuantos electrones más, y
se vuelve tan duro como el acero.
»Así es como hemos utilizado la película para penetrar por tu puerta, Emmy. La colocamos
fuera, de modo que se envolvió en tomo a los cerrojos cuando tú abriste. Luego, hace un
momento, después de dejar a oscuras el pasillo, bombeamos electrones y la tensamos y
endurecimos, a fin de que hiciera retroceder todos los cerrojos. Discúlpame, querido, pero ya
sabes cómo te gusta vanagloriarte de tus pequeñas válvulas y tus medios de inmovilización, de
modo que supongo que no te importará que yo me vanaglorie también un poco de mis pequeños
trucos. Y que alardee de mis amigos también. Tengo algunos que tú no conoces aún, Emmy.
¿Has oído alguna vez el nombre de Smyslov, o de la Araña? Algunos de ellos también cortan
fantasmas, y no se han sentido muy complacidos al saber de ti, especialmente desde el ángulo
pasadofuturo.
Hubo un ligero chillido de protesta de las ruedas de la silla, como si Slyker estuviera intentando
moverla.
 No te vayas, Emmy. Estoy segura de que sabrás por qué estoy aquí. Sí, querido, he venido a
buscarlos. A los cinco. Y no me preocupa las pulsiones de muerte que contengan, puesto que
tengo algunas ideas al respecto. Así que me disculparás, Emmy, mientras me preparo para
recuperar mis fantasmas.
No hubo ningún otro ruido entonces excepto la jadeante respiración de Emil Slyker y un
ocasional roce de seda y el susurro de una cremallera, seguido por el ligero sonido de algo
cayendo.
 Bien, ya estamos, Emmy; todo listo. El siguiente paso, mis cinco hermanas perdidas. Oh, tu
pequeño cajón secreto está abierto... Creías que no sabía nada de él, ¿verdad, Emmy? Veamos
ahora, no creo que necesitemos música para esto; conocen mi contacto; eso debería hacerles
ponerse en pie y brillar.
Dejó de hablar. Al cabo de unos instantes percibí un ligero asomo de luz encima del escritorio, [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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