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consigo encontrarlo en ese cuerpo tuyo, claro está...
Tendrás que confiar en el médico de la embajada. Análisis, de sangre...
Ah, sí, sí. Quiero un rastreo químico en cuanto llegue. ¿Qué voy a hacer si el efecto
es... permanente?
¿Ba Vorpatril? entonó Miles, los ojos tranquilos y divertidos.
Mierda, yo no me burlé de ti con lo de la fuente...
No. Cierto. No te burlaste. Miles suspiró . Estoy casi seguro de que el doctor te
va a decir que la sustancia se metaboliza rápido, sea lo que fuere. Yenaro también bebió
de esa taza...
¿Tú crees?
¿Te acuerdas del zlati? Apuesto mi ojo de plata de SegImp a que ése fue el vehículo.
Ivan se relajó un poquito, obviamente aliviado con ese análisis profesional. Después de
un instante, agregó:
Yenaro ya te lo hizo a ti. Ahora a mí. A la tercera va la vencida. ¿Qué supones que
hará ahora? ¿No podemos adelantarnos a sus movimientos?
Miles se quedó callado un largo rato.
Depende. No sé si Yenaro se está divirtiendo o si él también es víctima de una serie
de trampas. Tampoco estoy seguro de que exista alguna relación entre las bromas de
Yenaro y la muerte de Ba Lura.
¿Relación? ¿Qué relación?
Nosotros somos la relación, Ivan. Un par de chicos provincianos de Barrayar que
vienen a la gran ciudad y están a punto, bien a punto, listos para que alguien les saque el
jugo. Alguien nos está utilizando. Y creo que alguien... acaba de cometer un error fatal en
la elección de herramientas. O más bien de marionetas...
Ivan lo miró fijo. Captaba el tono venenoso.
¿Ya te has librado de ese juguetito que llevabas encima? quiso saber.
Sí... y no.
Ah, mierda. Tendría que haberlo sabido... No puedo confiar en ti. ¿Qué diablos
quiere decir sí y no? O sí o no...
El objeto ya está en manos de sus dueños, sí.
Entonces, listo, se ha terminado el asunto.
No. No del todo.
Miles... Será mejor que me cuentes...
Sí, supongo que sí... Miles suspiró. Estaban llegando a la zona de las
delegaciones extranjeras . Cuando termines con la gente de la enfermería, tengo
algunas confesiones que hacerte. Pero sólo confiaré en ti si me prometes que cuando...
cuando hables con el oficial de guardia de SegImp sobre lo de Yenaro, no mencionarás lo
otro. ¿De acuerdo?
¿Eh? Ivan habló despacio, como si albergara profundas sospechas.
Las cosas se están... complicando un poco.
Vaya, como si antes fueran normales.
Quiero decir que ahora se están complicando de verdad; son cosas que sobrepasan
el rango de asuntos de mera seguridad... Se han convertido en conflictos diplomáticos de
extrema importancia y delicadeza. Tal vez demasiado delicados como para someterlos a
la clase de paranoicos con botas que terminan dirigiendo las oficinas locales de SegImp.
Ésa es una decisión que deberé tomar... yo mismo. Cuando esté seguro de que estoy
listo. Pero esto ya no es un juego, Ivan, y no puedo seguir sin apoyo. Necesito ayuda,
que Dios me ayude... necesito ayuda.
Eso ya lo sabíamos ayer.
Ah, sí... cierto. Pero el asunto es todavía más complejo de lo que sospechaba ayer.
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¿Complejo? ¿Hasta qué punto?
Miles dudó, y sonrió con amargura.
No lo sé, Ivan.
Solo en el baño de su suite, Miles se quitó lentamente el uniforme negro de la Casa
Vorkosigan, que ahora necesitaba desesperadamente la atención de la lavandería de la
embajada. Echó una mirada de reojo a su propio cuerpo en el espejo, después desvió la
vista definitivamente. Pensó en el problema mientras estaba de pie en la ducha. Para los
haut, cualquier humano normal era algo así como una forma de vida inferior. Desde la
estrecha perspectiva de la haut Rian Degtiar, tal vez había poca diferencia entre él y,
digamos, Ivan.
Y, de vez en cuando, los ghemlores ganaban esposas haut por grandes hazañas. Los
Vor y los ghemlores se parecían en muchas cosas. Hasta Maz lo había dicho.
¿Hasta qué punto tenía que ser grande la hazaña? Muy grande. Bueno... él siempre
había querido salvar al imperio. Claro que no había pensado nunca en salvar al imperio
cetagandano, pero la vida era así, siempre tirando pelotas inesperadas, con mucho
efecto...
Estás loco, y lo sabes. Esperar, pensar siquiera en...
Si él conseguía desbaratar el complot de la Emperatriz, ¿el emperador cetagandano le
entregaría... la mano de Rian? Si conseguía mantener el complot de la emperatriz viuda,
¿tal vez la haut Rian Degtiar se sentiría lo suficientemente agradecida como para... darle
su amor? Hacer las dos cosas al mismo tiempo sería una hazaña táctica de proporciones
y habilidad sobrenaturales.
Los intereses de Barrayar, cosa rara, estaban directamente relacionados con los del
emperador. Obviamente, como oficial de SegImp su deber era salvar al villano y acabar
con la chica.
Correcto. Me duele la cabeza.
A medida que se diluía el efecto de la haut Rian, la razón volvía poco a poco a sus
cauces. ¿O no? Ella no había tratado de sobornarlo. Y sabía que aunque Rian hubiera
sido tan fea como la bruja Baba Yaga, habría tenido que seguir adelante con eso. Hasta
cierto punto. Necesitaba probar que Barrayar no había robado la Gran Llave y la única
forma de conseguirlo era encontrar al ladrón. Se preguntó si habría resacas por exceso de
pasión. Porque si existían, él estaba empezando la resaca antes de terminar la
borrachera, lo cual no le parecía justo.
Ocho gobernadores sátrapas habían cometido traición a instancias de la emperatriz
muerta. Era bastante optimista pensar que sólo uno de ellos era un asesino. Pero sólo
uno tenía la Gran Llave.
¿Lord X? Siete posibilidades de equivocarse, contra una de acertar. Las cifras no
estaban a su favor.
Ya... ya se me ocurrirá algo.
7
Ivan tardaba mucho en volver de la enfermería. Miles se puso el uniforme de fajina
negro y, descalzo, encendió la comuconsola para averiguar algo de los ocho
gobernadores haut de las ocho satrapías planetarias.
Los gobernadores de las satrapías se elegían dentro de un grupo de hombres que
tenían parientes imperiales cercanos: hermanastros, tíos o tíos abuelos de las líneas
maternas y paternas. Dos de los que ocupaban el cargo en ese momento eran de la
constelación Degtiar. Cada uno de ellos regía su satrapía durante un período fijo de sólo
cinco años y luego lo trasladaban, a veces a un retiro permanente en la capital de Eta
Ceta, a veces a otra satrapía. Un par de los hombres mayores y más experimentados
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habían recorrido todo el imperio. El propósito de la limitación temporal era impedir que
cualquiera que albergara pretensiones imperiales instaurara una base de poder local.
Hasta ahí, todo resultaba muy sensato.
Y.. ¿a quién había tentado en su hubris personal la emperatriz viuda? ¿A quién había
tentado Ba Lura? ¿Cómo había conseguido relacionarse con los gobernadores, cómo
había establecido el primer contacto? Si había desarrollado el plan durante veinte años,
no le había faltado tiempo, mucho tiempo... y sin embargo, ¿cómo había podido predecir
qué hombres serían gobernadores de satrapías en la desconocida fecha de su muerte?
Los gobernadores tenían que haber entrado en el complot hacía relativamente poco...
cualquier otra suposición era imposible.
Miles miró con los ojos entornados la lista de sus ocho sospechosos. Tengo que reducir
la lista de alguna forma. De muchas formas. Si se basaba en la idea de que lord X había
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