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dimensiones sea un lugar común incluso para los párvulos; estarán intuitivamente
condicionados en sus concepciones relativistas. - Añadió solapadamente -: Y el menos
inteligente de ellos podrá echar las culpas de nuestra creencia en una ingenua
concepción tridimensional del planeta a nuestros burdos e inexactos instrumentos,
¡porque para ellos estará tan claro como la luz del día que su planeta posee cuatro
dimensiones!
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Dobbs se echó a reír ante aquella sorprendente idea. Los demás científicos se
quedaron mirando a Prentiss con una admiración mezclada con incredulidad.
Goring dijo cautelosamente:
- Le sigo hasta un cierto punto. Puedo entender que la sociedad primitiva tuvo que
partir de un limitado número de hechos. Tuvieron que ofrecer teorías que armonizaran e
integraran esos hechos, y luego esas primeras teorías exigieron que existieron nuevos
hechos adicionales, y en la búsqueda de esos hechos secundarios algunos extraños
datos se mostraron inconsistentes con las primeras teorías. Fueron necesarias teorías
secundarias, de las cuales surgieron otros hechos insospechados, cuya confirmación
puso al descubierto nuevas inconsistencias. Así, el esquema hecho - teoría - hecho -
teoría condujo finalmente hasta nuestro actual estado de conocimiento. ¿Esta conclusión
va en concordancia con sus argumentos?
Prentiss asintió con la cabeza.
- ¿Pero usted no admite que los hechos estuvieran allí todo el tiempo, esperando
únicamente ser descubiertos?
- El simple y no elaborado nóumeno estaba allí siempre, sí. Pero el nuevo hecho, la
nueva interpretación del nóumeno, era generalmente pura invención... una creación
mental, si lo prefieren. Quedaría mucho más claro si considerara cuan raramente un
nuevo hecho surge antes de que exista la teoría que lo explica. En las investigaciones
científicas ordinarias, la teoría aparece primero, seguida al poco tiempo por el
«descubrimiento» de varios hechos deducibles de ella.
Goring seguía mostrándose escéptico.
- Pero eso no quiere decir que el hecho haya existido siempre.
- ¿Por qué no? Veamos la evidencia. ¿Nunca se ha fijado usted en lo extraño que
resulta el que muchas veces hechos muy obvios sean «desdeñados» hasta que es
propuesta una teoría que requiere su existencia? Tome por ejemplo sus bloques de
construcciones nucleares. Los protones y los electrones no fueron detectados físicamente
hasta que Rutherford hubo demostrado que existían. Y luego, cuando Rutherford
descubrió que los protones y los electrones no eran suficientes para levantar el edificio de
todos los átomos de la tabla periódica, postuló el neutrón, que por supuesto fue
oportunamente «descubierto» en la cámara de niebla de Wilson.
Goring se mordió los labios.
- Pero la cámara de niebla de Wilson lo hubiera puesto en evidencia antes de la teoría,
si alguien se hubiera tomado la molestia de utilizarla. El simple hecho de que Wilson no
hubiera inventado su cámara de niebla hasta el novecientos veinte y Geiger no inventara
su contador hasta el novecientos treinta no quiere decir que las partículas subatómicas no
existieran antes de esas fechas.
- El asunto no es éste - dijo Prentiss -. Los primitivos y no generalizados nóumenos que
hoy observamos como partículas subatómicas existían antes del novecientos veinte, es
cierto, pero no las partículas subatómicas.
- Bueno, no sé... - Goring se rascó la barbilla -. ¿Y qué hay con las fuerzas
fundamentales? Seguro que la electricidad existía antes de Galvani. Incluso los griegos
sabían cómo obtener cargas electrostáticas en el ámbar.
- La electricidad de los griegos no era más que simples cargas electrostáticas. Ninguna
otra cosa pudo ser creada hasta que Galvani introdujo el concepto de la corriente
eléctrica.
- ¿Pretende decir que la corriente eléctrica no existía en absoluto antes de Galvani? -
preguntó Burchard -. ¿Ni siquiera cuando un rayo se abatía sobre un conductor?
- Ni siquiera entonces. No sabemos mucho acerca de los relámpagos pregalvánicos.
Aunque su fuerza era idéntica a los actuales, su potencia destructiva no podía deberse a
una descarga de corriente eléctrica. Los chinos hicieron volar cometas muchos siglos
antes de que Franklin teorizara que el rayo era lo mismo que la electricidad galvánica,
pero no hay noticias de ningún choque con una cometa hasta que nuestro sabio estadista
sufrió uno en el setecientos sesenta y cinco. Ahora, sólo un idiota lanza una cometa en
una tormenta. Todo va de acuerdo con el esquema: primero la teoría, luego la «realidad»
correspondiente.
Burchard persistió.
- Entonces, supongo que usted afirma que los noventa y dos elementos son puras
figuraciones de nuestra imaginación.
- Correcto - admitió Prentiss -. Creo que en el principio había tan sólo cuatro elementos
nóumenos. El hombre simplemente los fue elaborando de acuerdo con las necesidades
de su creciente ciencia. El hombre hizo de ellos lo que son hoy... y ocasionalmente los
deshizo. Recuerde los estragos que causó Mendeléiev con su ley periódica. Declaró que
los elementos tenían que seguir secuencias de valor concordantes con el incremento de
su peso atómico, y cuando esto no sucedió, insistió en que su ley era cierta y que eran los
pesos atómicos los que estaban equivocados. Debió hacer saltar a Stas y Berzelius en
sus sepulturas, ya que fueron ellos quienes trabajaron en los «erróneos» pesos atómicos
con maravillosa precisión. Lo más extraño fue que, cuando los pesos fueron revisados,
concordaron con la tabla de Mendeléiev. Pero eso no fue todo. El viejo bribón señaló
algunas lagunas en su tabla y mantuvo que había más elementos que aún no habían sido
descubiertos. Predijo incluso qué propiedades tendrían. Fue demasiado modesto. Declaró
que Nilson, Winkler y De Boisbaudran simplemente habían descubierto el escandio, el
germanio y el galio; Mendeléiev los creó, a partir de la original noción tetraelemental.
E se inclinó hacia adelante.
- Eso es un poco fuerte. Dígame, si el hombre ha cambiado los elementos y el cosmos
para que concuerde con su conveniencia, ¿qué era entonces el cosmos antes de que el
hombre entrara en escena?
- No existía - respondió Prentiss -. Recuerde que, por definición, «cosmos» o
«realidad» son simplemente la versión humana del universo último de los nóumenos. El
«cosmos» llega y se inicia con la mente del hombre. En consecuencia, la Tierra, como tal,
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