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entrenamiento telepático y por unirse a Barton en la lucha contra los paranoides Por su
parte, Barton tambien ansiaba alistar a Linc, pero le advertía contra el peligro de moverse
demasiado pronto.
-Los paranoides no son tontos, Linc -le dijo-. No debemos subestimarlos. He
conseguido sobrevivir durante todo este tiempo porque soy como un cazador entrenado
para los grandes juegos. Mis reacciones son un poco más rápidas que las suyas, y
siempre trato de maniobrar para situarles en una posición en la que la telepatía no pueda
ayudarles. Si un paranoide se encuentra en el fondo de un pozo seco, puede leer en tu
mente la intención de descargar sobre su cabeza una carga de ladrillos... pero no puede
hacer gran cosa por evitarlo.
-¿Tienes alguna noticia sobre Callahan? -preguntó McNey.
-Ni una sola palabra desde hace meses. Hay algún plan... quizás un gran impulso en el
campo de la propaganda, quizás el asesinato de tecnócratas clave. No sé lo que es. No
he podido leer las mentes que conocieran las respuestas correctas. Pero creo que pronto
va a pasar algo; eso es lo único que he conseguido descubrir. Tenemos que estar
preparados para ese momento. Tenemos que descubrir su código... o crear un código
propio. Siempre la misma canción, Darryl.
-Lo sé -dijo McNey, mirando fijamente el cielo azul y vacío-. No hay mucho que te
pueda decir ahora, ni siquiera pensarlo. Ya sé, ya sé, la misma canción.
-Pero no has fracasado, ¿verdad? Dentro de pocas semanas puedes haber hecho
cosas muy importantes.
-Mirad este código -dijo entonces Linc-. He estado pensando que los Marginados
poseen una especie de código. Como éste -imitó entonces algunos trinos y llamadas de
animales-. Nosotros sabemos lo que significa, pero nadie más lo sabe.
-Los Marginados no son telépatas. Si lo fueran, tu código no sería un secreto durante
mucho tiempo.
-Supongamos que tienes razon. Sin embargo, me gustaría poner manos a la obra
contra los paranoides.
-Ya tendras tu oportunidad -dijo Barton-. Pero, mientras tanto, el encontrar una nueva
arma para nosotros es tarea de Darryl.
-Ya lo sé todo al respecto -comentó McNey con aspecto de cansancio-. No hacen falta
más estímulos, Dave, por favor.
-Tengo que hacer un trabajo hacia el sur -dijo Barton levantándose y frunciendo el
ceño-. Te veré cuando regreses, Darryl. Mientras tanto, cuídate. Si este asunto... sea cual
sea, estalla pronto, no corras ningún riesgo. Eres vital para Nosostros, mucho más que yo
mismo.
Haciendo una inclinación de cabeza en dirección a Linc, se marchó. McNey
permaneció con la mirada fija, sin ver. Linc dudó un momento, planteó entonces un
pensamiento interrogativo y se encontró con un rechazo abstracto. Finalmente, se
marchó, bajando las escaleras.
No pudo encontrar a Alexa. Terminó por salir al jardín, dirigiéndose hacia el arroyo.
Sus ojos captaron entonces un brillo de color y se dirigió hacia él.
Alexa estaba sentada sobre una roca. Tenía abierta la cremallera de su ligero vestido
para permitir que la brisa la refrescara un poco. El calor era tan intenso que se había
quitado la peluca y su cabeza pelada aparecía brillante e incongruente, incompatible con
sus pestañas y sus cejas postizas. Era la primera vez que Linc la veía sin peluca.
Instantáneamente, al captar su pensamiento, ella se levantó y comenzó a ponerse la
peluca. Pero su brazo se detuvo en medio del movimiento. Le miró, medio
interrogativamente, y él vio cómo el dolor y la creciente comprensión surgían en sus ojos.
-Póntela, Alexa -dijo Linc.
-¿Qué sucede ahora? -preguntó ella, mirándole fijamente.
-No es... no es...
Alexa se encogió de hombros y se volvió a colocar la peluca.
-Eso ha sido... extraño -dijo ella, hablando deliberadamente en voz bastante alta,como
si no quisiera permitir que su mente se deslizara hacia los canales de la intimidad
telepática, donde se podía sentir el dolor de un modo tan inflexible-. Estoy tan
acostumbrada a que los Calvos sean... calvos. Nunca pensé antes que la vista pudiera
ser... -no terminó su pensamiento en voz alta; al cabo de un momento, anadió-: Tienes
que haberte sentido más desgraciado de lo que tu mismo admites. Si has sido
condicionado contra la visión de la calvicie hasta... hasta ese punto...
-No lo estaba -denegó Linc inútilmente-. Yo no... tú no deberías pensar...
-Está bien. No puedes evitar reacciones que se encuentran tan profundamente
arraigadas como esa. Algun día cambiarán los criterios de belleza. El no poseer pelo será [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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